domingo, 25 de octubre de 2009

METAFÍSICA, IDEALISMO Y MATERIALISMO

por Finngeir Hiorth, Lima: Ediciones de Filosofía Aplicada, 2004, pp. 206.

Este libro ofrece un análisis de los conceptos de metafísica, idealismo y materialismo, y esboza la historia de estos temas.
La metafísica puede ser definida como la teoría de la realidad o la teoría del ser (ontología), tiene una larga tradición que se remonta a la antigüedad griega, y ha sido criticada mucho los últimos 200 años más o menos, pero también ha ido encontrando seguidores.

El idealismo se utiliza en relación a la doctrina que sostiene que la rea-lidad es de naturaleza mental. La visión cristiana tradicional que Dios es el creador del Universo, con una mayor realidad que su creación, se clasifica comúnmente como un tipo de teísmo, pero también puede ser considerada una forma de idealismo. Este libro no trata en detalle sobre el teísmo. Más bien se centra en los tipos de idealismo desde George Berkeley (1685-1753) en adelante. Históricamente el idealismo ha sido considerado por lo común como una parte de las visiones religiosas de la vida, pero también esta obra presta atención a los tipos de idealismo con un fuerte elemento secular.

El materialismo se define a menudo como la visión del mundo compuesto enteramente de materia. Más de la mitad de este libro está dedicado a la historia del materialismo y sus diversas formas las que se han de-sarrollado desde la antigüedad griega hasta hoy. De esta manera, la presente obra presenta una explicación total del materialismo, considerando también su relación con el ateísmo y el humanismo.

El autor, Dr. Finngeir Hiorth, ha sido catedrático de filosofía en la Universidad de Oslo. Es un ateo convencido y es autor de libros que tratan sobre el filósofo alemán Leibniz, el filósofo escocés David Hume, el lingüista estadounidense Noam Chomsky, y temas como la religión, el ateísmo, la ética, el humanismo y los valores.

INDICE

Prefacio, p. 1

1. ¿Qué es la metafísica? p. 6
Introducción p. 6
La metafísica según Richard Taylor p. 9
La metafísica según D. W. Hamlyn p. 13
W. H. Walsh sobre la metafísica. Crítica de la metafísica p. 20
La crítica de Rudolf Carnap de la metafísica p. 23
Evaluación de la crítica de Carnap de la metafísica. Heidegger p. 33
La metafísica hoy p. 38
Alan R. White y la metafísica p. 40
A. E. Taylor y la metafísica p. 42
Gottfried Martin y la metafísica p. 42
La antología de metafísica de Andrew B. Schoedinger p. 42
Algunos filósofos británicos y la metafísica p. 43
Bruce Aune y la metafísica p. 43
Michael J. Loux y la metafísica p. 47
E. J. Lowe y la metafísica p. 49
Idealismo y materialismo p. 53

2. Idealismo p. 57
Definiendo el idealismo p. 57
El inmaterialismo de Berkeley p. 59
Otros tipos de idealismo p. 60
Platón como idealista p. 60
Resumen de la teoría de las ideas de Platón p. 63
El idealismo después de Platón. Leibniz p. 64
El idealismo de Kant p. 66
Fichte, Schelling y Hegel p. 67
Neo-hegelianismo p. 71
Idealismo conceptual p. 78
La defensa del idealismo de John Foster p. 80
La defensa del idealismo absoluto de Sprigge p. 85
Temas actuales del idealismo p. 86
Estudios recientes del idealismo p. 87
John Leslie y las mentes infinitas p. 87
Idealismo y teísmo p. 88

3. El materialismo p. 90
Definiciones y breve historia del materialismo p. 90
Rastros del materialismo en la filosofía temprana griega: Tales, Anaximandro y Anaxímenes p. 92
Heráclito p. 96

Parménides p. 98
Empédocles p. 100
El atomismo p. 101
Aristóteles p. 107
El estoicismo p. 109
Pierre Gassendi p. 111
Thomas Hobbes p. 113
Jean Meslier p. 117
La Mettrie p. 118
Diderot p. 119
Holbach p. 121
El fin de la Ilustración francesa p. 126
El materialismo en la Gran Bretaña del siglo XVIII p. 128
Büchner y el materialismo fisicalista en Alemania p. 130
Carl Vogt p. 132
Biografía de Carl Vogt p. 133
Las Cartas fisiológicas de Vogt p. 135
Fe ciega y ciencia p. 140
Radicalismo político: La importancia de la libertad p. 141
Fuentes principales en relación con Carl Vogt p. 144
El monismo de Haeckel p. 145
Büchner, Haeckel y su herencia p. 146
Chapman Cohen p. 147
¿La muerte del materialismo? p. 150
Rudolf Carnap y el fisicalismo p. 151
Reginald O. Kapp sobre el materialismo p. 153
La sublevación trascendentalista contra el materialismo p. 154
El conductismo p. 155
Tendencias recientes en el materialismo psicológico p. 157
Dualismo psico-físico p. 158
Materialismo eliminativo y funcionalismo p. 160
Mario Bunge p. 161
James K. Feibleman y el materialismo p. 164
Librepensamiento y humanismo p. 166
Naturalismo y materialismo p. 167
Materialismo histórico p. 170
Materialismo dialéctico p. 172
Fisicalismo p. 173
Objeciones al fisicalismo p. 176
La defensa del materialismo de Gerhard Wassermann p. 181
La psicología materialista p. 185
Materialismo cultural p. 186
Scott Mann: materialismo y psicoanálisis aplicados a la religión p. 188
«El materialismo científico» de Jacques Monod p. 191
Materia, espacio y universo p. 193

Bibliografía p. 199


Finger Hiorth o El idealismo de un “materialista”

Presentación del libro:

Metafísica, Idealismo y Materialismo de Finger Hiorth (Lima: Ediciones de Filosofía Aplicada, 2004) en el Centro Cultural ADUNI – Martes 19 de Abril de 2005

 

Las siguientes reflexiones, son extractos de un estudio más amplio  --aún en preparación-- titulado provisionalmente: "La "Clandestinidad" de la Metafísica, ¿se manifiesta en el Material-"ismo" bajo la forma de una "Gnosis in-vertida"?"

 

0. Preguntas afirmativas y “Respuestas” interrogativas:

Algunas Observaciones previas a partir del Título de la Presentación en el Programa:

 

0.1. ¿Qué es Metafísica?

No es una pregunta más --entre otras-- es LA pregunta de la Filosofía y debe permanecer siempre abierta en lugar de cerrarse en torno a respuestas parciales y necesariamente in-completas que --de manera abstracta y, por ello mismo, falaz-- son presentadas como “soluciones” desde fuera del pensamiento especulativo por ideologías político-religiosas. 

 

Paradoja:

Preguntas y... ¿Respuestas? - En el ámbito ideológico (léase: político-religioso) las “preguntas” suelen tener un carácter afirmativo en permanente busca de confirmación. Desde este punto de vista, “la filosofía”, “el pensamiento”, debe “servir” para “apuntalar” y fundamentar “racionalmente” aquellas ideas de las que los supuestamente interrogantes ya están convencidos ANTES y sin necesidad de semejantes “pruebas”...

En el Medioevo, esta concepción utilitarista se sintetizó en la consigna: “Philosophia, ancilla theologiae” y para el siglo XX, dentro del contexto de las nuevas “Escolásticas Políticas”, habría sólo que modificarla ligeramente diciendo: “Philosophia, ancilla ideologiae”. En ambos casos, esa “reducción” a la Religión o a la Política no es más que el Final de la Filosofía y el Comienzo de la Theo-Logía al nivel del pensamiento y de la Theo-Cracia al nivel de la Realidad.

A diferencia de ello, en la Filosofía, las “respuestas” tienen, más bien, un exasperante carácter interrogativo que elude las “definiciones” y las confesionales “tomas de posición”... que tanto emocionan a los auditorios conformados por los creyentes o simpatizantes de una “causa”...

 

0.2. Metafísica es Onto-Theo-Lógica

El término de origen heideggeriano “Onto-Theo-Lógica” me parece que da cuenta --de una manera descriptiva más precisa-- del carácter de Estructura “entrelazada” de la Metafísica.

El platónico Aristóteles, en su formulación canónica del triple principio lógico (Identidad, No Contradicción y Tercio Excluído) que también tiene una “traducción” ontológica en la prestigiosa idea de que no se puede ir hasta el infinito en la cadena de las causas y que, necesariamente, hay que detenerse en algún momento y asumir una de ellas como la primera y, por ello, tiene que ser NO causada y, una vez encontrada, esa Primera Causa debe ser necesariamente concebida como “dios” (théos).

De acuerdo con esto, la “teología” entra en la filosofía NO con el Cristianismo sino que está presente ya desde su misma “Acta de Constitución” (firmada por Platón y Aristóteles) y puesta como un elemento clave por sus propios fundadores.

Tanto el Idealismo como el Materialismo presuponen esta estructura onto-theo-lógica como su fundamento. Es por esa razón que ambos están tan preocupados por dejar bien establecido cuál es ese Primer Principio: el espíritu o la materia, de acuerdo con una decisión político-religiosa previamente tomada...

La afirmación de Engels --asumida aquí por Hiorth como hilo conductor-- adquiere recién aquí --a nivel teológico-- su plena validez. No implica, entonces, una crítica de los fundamentos estructurales onto-theo-lógicos sobre los que se apoya el “materialismo” (o el “idealismo”)   

0.3. Idealismo “vs.” Materialismo

Idealismo y Materialismo han sido tradicionalmente las “respuestas” --supuestamente opuestas y antagónicas-- a la pregunta de la Filosofía; de allí el énfasis en la confrontación implícito en el “versus” intermedio que hace perder de vista el suelo común que da fundamento a ambas posiciones y que también está en la base de otras contraposiciones igualmente tradicionales como: “Mito y Logos”, "Razón y Fe", “Religión y Ciencia”, “Racionalidad e Irracionalidad”, etc. La polémica, la “guerra” entre posiciones, es en apariencia más dinámica. Pero lo que alimenta ese dinamismo es, precísamente, el factum brutum de una Realidad irreductible a todos los esquemas con que los “teóricos” pretenden enclaustrar a la práctica.

 

0.4. Hiorth seguidor de Engels, o de como el primer paso termina siendo el último.

La primera impresión, de la que es casi imposible liberarse luego, es la de que este libro es una mera selección de reseñas de libros. Los planteamientos propios, aunque son escasos y están dispersos, son formulados de manera simple pero enfática; como los de cualquier otro creyente en una “idea”. El libro empieza de una manera análoga a muchos otros “manuales” o “introducciones”:

 

Este libro es una introducción a temas como metafísica, idealismo y materialismo. Además de ser introductorio en tales materias, la presente obra también es un manual de metafísica, idealismo y materialismo. Define estos conceptos y esboza la historia de estos temas. Esto se hace desde el capítulo 1 en adelante. (Hiorth.Prefacio)

 

Pero, ya desde el comienzo, “sella su destino” cuando asume –a mi juicio, inercialmente-- como válidas las afirmaciones del “credo” materialista y; como veremos, no se puede ir muy lejos partiendo de esta distinción (tan arbitraria como cualquier otra) como supuestamente esencial sin tener que pedir luego auxilio al “corazón”...:

 

“Según Friedrich Engels, quien en 1888 publicó el libro Ludwig Feuerbach und der Ausgang der klassischen Deutschen Philosophie (Ludwig Feuerbach y el fin de filosofía clásica alemana), hay sólo dos alternativas filosóficas básicas, a saber: idealismo y materialismo.” (Hiorth.Prefacio)

 

Este punto de partida dogmático será, como tendremos ocasión de ver, fuente inagotable de paradojas provenientes del “choque” entre el Mito ideológico materialista acerca de la naturaleza del pensamiento y la Realidad del pensamiento especulativo ocasionado básicamente por la preeminencia del criterio “pragmático” sobre el especulativo: 

 

“Lenin aceptó esta división en su libro Materialismo y empirio-criticismo que primero fue publicado en ruso en 1909. Allí Lenin ofrece una teoría «materialista» del conocimiento y un análisis del concepto de materia. El libro es en gran parte polémico y motivado más por las necesidades prácticas que por el deseo de reflexión filosófica.” (Hiorth.Prefacio)

 

La distinción-oposición propuesta arbitrariamente y asumida acríticamente no puede llevarlo más que a su propia auto-aniquilación filosófica. Seguiremos en nuestro comentario el esquema planteado por el propio autor: Metafísica – Idealismo - Materialismo

 

 

 

 

1. Metafísica: De la “cruel verdad” a las “locas ilusiones” o...

Si la Realidad nos está diciendo algo; seamos “científicos”, ¡hagámosle caso!

Los primeros indicios de lo que aquí llamamos “idealismo”, es decir, la negación o no-aceptación del mundo real “tal como es”; se muestran muy pronto:

 

“Si se juzga a partir de las introducciones a la metafísica, muchos autores no se interesan en la metafísica particularmente en la distinción entre idealismo y materialismo. A pesar de eso, como hemos visto, Engels, Lenin y otros marxistas ha dado gran importancia a esta distinción. Tales marxistas han argumentado que hay dos y sólo dos alternativas filosóficas fundamentales y opuestas, a saber: idealismo y materialismo.

            En mi opinión la distinción entre idealismo y materialismo es principalmente una distinción metafísica aunque Engels y Lenin querían extenderla a toda la filosofía. Sin embargo, la evidencia que hemos presentado indica que los filósofos profesionales por lo común no le han dado ninguna gran importancia a la distinción entre idealismo y materialismo, y en ninguno de los casos que hemos visto, la gran importancia que Engels y Lenin le atribuyeron a esa distinción.” (Hiorth.Prefacio)  

 

Dejando de lado --en mi opinión, inteligentemente-- la fácil excusa de la “conspiración” de los filósofos “profesionales” o “académicos” en contra de la “filosofía” materialista, Hiorth da una posible explicación de la paradoja encontrada:

 

“La tendencia anti-metafísica que podemos hallar en la historia de la filosofía, particularmente desde el tiempo de la Ilustración en adelante, puede haber contribuido con reducir la popularidad del idealismo y el materialismo.” (Hiorth.Prefacio)

 

Es decir, el asunto parece reducirse a un asunto de “mala publicidad” que ha llevado a una drástica reducción de la “popularidad” de la distinción propuesta como esencial. Eso, suponiendo que el criterio de la difusión de una idea, de su “popularidad”, sea un índice de su justeza.

         Este punto de vista interpretativo determina el “destino” de la obra y lo inscribe finalmente en el género “confesional” (la expresión de las convicciones más íntimas...): un “catecismo” orientado a “convencer a los que ya están convencidos”,  a una feligresía necesitada de re-forzar periódicamente sus creencias (como aquellos que van a misa todas las semanas a pesar de que “ya la han visto”...).

 

2. Idealismo: La terquedad como “método”

 

La 2da Parte “ex-pone”, esto es, pone al descubierto justamente por qué esa distinción conductora entre idealismo y materialismo no es relevante y también por qué debería serlo. De acuerdo con su punto de partida “confesional”, Hiorth considera que sólo la distinción entre idealismo y materialismo propuesta como esencial por el punto de vista materialista acerca del mundo es capaz de dar una “visión” total acerca de él:

 

En este capítulo veremos con mayor detalle el idealismo. Aunque muchos escritores sobre metafísica no han prestado mucha atención a la distinción entre idealismo y materialismo, en mi opinión ésta permanece importante para aquellos que quieren tener una visión del mundo completamente pensada. (2. Idealismo Pág. 38)

Sólo pueden tener “tener una visión del mundo completamente pensada” aquellos que “profesan” una concepción materialista del mundo, es decir, los seguidores del gran “Gurú” de turno; en este caso, Engels, ...

         Lo único que su opinión ha hecho aquí “visible” es el rasgo distintivo de toda creencia o ideología: la “objeción” de la Realidad no sólo no es lo suficiente relevante como para cuestionar el propio punto de vista sino que, muchas veces de manera paradójica, se convierte precísamente en la “razón” por la que hay que afirmarse en lo “pensado”, soñado y anhelado aún en contra de los hechos...[1]

         Si la realidad lo contradice, ¿no debería Hiorth --más como científico que como materialista-- aceptar esta evidencia como firme punto de partida para construír sobre él futuros desarrollos en lugar de jugarse una apuesta pascaliana y contra-fáctica?

         ¿Por qué no acepta esto entonces y se resiste?

- Porque hay ya tomada una decisión previa a toda comprobación de hecho y NO necesitada de ésta; es decir, una decisión ideológica, NO científica...

 

A propósito de una cita del filósofo Walsh, Hiorth dice:

 

Puede ser discutido si sólo «pensadores secundarios» han defendido el materialismo. Entre aquellos que han defendido el materialismo podemos mencionar a pensadores como Jean Meslier, Diderot y Holbach de la Ilustración francesa. Jean Meslier ciertamente no es ningún pensador mayor, pero tanto de Diderot y Holbach se puede decir correctamente que son pensadores importantes, y de estos dos Holbach ha sido en algún grado, en mi opinión, a menudo subestimado.

Además, Marx, Engels, Lenin y otros marxistas han defendido el materialismo. Sería equivocado decir que todos ellos ha sido «pensadores secundarios». De hecho, en el pensamiento social contemporáneo, el marxismo ha sido muy influyente.

Debemos ser también conscientes que el materialismo a menudo ha sido defendido, no tanto por filósofos profesionales o personas que principalmente son conocidas como filósofos, sino por científicos con una inclinación filosófica. En el siglo XIX podemos mencionar bajo de este encabezamiento a científicos alemanes como Carl Vogt (1817-1895), Jacob Moleschott (1822-1893) y Ludwig Büchner (1824-1899).

(...)

Filósofos y otro escritores han expresado a menudo comentarios desacreditantes acerca del idealismo o el materialismo. Tales comentarios indican que tanto al idealismo y el materialismo ha sido tenidos en desprecio, pero por supuesto por personas diferentes. El hecho que las palabras «idealismo» y «materialismo» a menudo se han usado en un sentido desacreditante, ha tenido el resultado que muchas personas no usan estas palabras acerca de ellas mismas. (...)

 (Hiorth, 1. ¿Qué es la metafísica?. p 36)

 

Paradoja:

1.    Los filósofos de “primera línea” no han dado mucha importancia a la distinción Idealismo-Materialismo. Los materialistas –incluídos los marxistas- se han apoyado en filósofos no tan importantes como Demócrito.

 

2.    El hecho de que el marxismo como ideología haya tenido efectos importantes sobre la realidad política y el pensamiento social no ha hecho que el materialismo sea una doctrina metafísicamente relevante.

 

         Si ya son pocos los científicos que se encomiendan a Dios todopoderoso antes de empezar sus labores, aún son menos aquellos que se preocupan por asegurar sus fundamentos ontológicos, por establecer la preeminencia del principio materialista sobre el idealista o, en general, la preeminencia de cualquier principio metafísico como “condición” sine qua non de su praxis científica...

         Si las ciencias modernas --precísamente porque ya no son antiguas-- no dependen para el conocimiento de una fundamentación previa en un Principio Primero, sea ideal o material, ni siquiera a nivel de una “postulación”, entonces, ¿por qué se hace “platónico-aristotélicamente” necesario que la “materia” sea establecida como “Primer Principio” fundante de una ontología “materialista” alternativa a la ontología idealista?

         Epistemológicamente, el establecimiento del concepto metafísico de “materia” NO es in-dispensable para el desarrollo de la ciencia moderna pero sí para la consolidación de una "visión del mundo" supuestamente alternativa que se postula como in-compatible con las concepciones del mundo vigentes dependientes básicamente de la matriz del Cristianismo.

         Paradójicamente, la distinción “Idealismo – Materialismo” en Metafísica, NO es relevante al nivel de la Realidad, esto es, de la Materia... Sólo es relevante a nivel de la Mente, es decir, a nivel IDEAL...

                Pregunta “ingenua”: - ¿Por qué se hace necesario que la “materia” sea establecida como “Primer Principio” fundante de una ontología material-“ista” alternativa a la ontología idealista?

Respuesta no tan “ingenua”: - Porque lo que se está negando sólo es el carácter del principio, no la estructura (¡la “Matrix”!) dentro de la cual es necesario que haya un "Primer Principio": sea este "ideal" o "material"

 

Paradoja:

Asumir desde el inicio la tesis de Engels convierte la primera parte de su investigación en una subida al Gólgota con azotes y agonía incluídos pues Hiorth no puede evitar constatar que su punto de partida interpretativo NO es confirmado por la realidad objetiva

 

a. la distinción entre idealismo y materialismo, objetivamente, no es determinante para aquellos que se dedican profesionalmente al pensamiento especulativo

 

b.  pero a Hiorth le parece subjetivamente que debería serlo: Sobre el suelo de esta afirmación voluntarista y contra-fáctica es que se construye toda la 3ra parte del libro.

 

3. Materialismo(s): ¿Variaciones sobre temas “idealistas”?

 

3.1. El materialismo (dialéctico de Hiorth) como in-versión de la Gnosis antigua

 

3.1.1. “Voluntarismo”

 

Definiciones y breve historia del materialismo

Este capítulo no está sólo consagrado al estudio del materialismo sino también a tendencias relacionadas como el naturalismo y el fisicalismo. Estas tres tendencias no siempre tienen algún lugar central en la metafísica, pero en mi opinión deben tener un lugar importante en la metafísica moderna, y más generalmente, en la filosofía del moderna. Las tres tendencias tienen una larga historia, particularmente en forma de materialismo. (2. El Materialismo Pág. 60)

 

Por eso es que sólo puede  expresarse subjetivamente como convicción íntima (irrefutable por definición), como deseo, lo cual normalmente se traduce gramaticalmente en el uso del Potencial, es decir, el modo de la irrealidad: “no tienen, pero deberían tener...”

         Muchas veces, el uso del modo de la realidad, del Indicativo (“deben”) es sólo una proyección de la voluntad que “da por hecho” aquello que es sólo deseo, encubriendo lingüísticamente con el manto de la realidad aquello que es sólo ilusión...en eso consiste el carácter ideo-lógico “idealista” de este punto de partida...

 

3.1.2. “A-Theísmo”

El así llamado “A-Theísmo” moderno es sólo una “arista” de esta general in-versión material-“ista” de la Gnosis antigua: Los “Hijos de la Luz” son ahora, paradójica e in-versamente, los Material-“istas” a-theos, los negadores del Principio Opuesto (y/o “Anterior”) de la misma “MATRIX”...

 

Las tres tendencias están hoy día estrechamente relacionadas con el ateísmo. Comúnmente, hoy día materialistas, naturalistas y fisicalistas también son ateos, pero los ateos no son necesariamente materialistas, naturalistas o fisicalistas.

A veces incluso personas bien educadas confunden el ateísmo y el materialismo y los igualan. Actualmente los materialistas son casi siempre ateos, pero estos no siempre son aquéllos. Pero esto no ha sido siempre el caso. (2. El Materialismo Pág. 60)

 

La In-consciencia de algunos “A-theísmos”

Se consideran ateísmo y materialismo a menudo como conceptos relacionados estrechamente. Pero a decir verdad, las relaciones entre ateísmo y materialismo son bastante complicadas. Es el propósito de este capítulo aclarar la relación entre ambos enfocándose en el materialismo. (2. El Materialismo Pág. 60)

 

Sólo postulando el carácter esencialmente “ideal” de la “ideología” (¡esta evidente “perogrullada” es lo que hace “imposible” ver algunas cosas!) se puede entender cómo algunas direcciones “consecuentes” del “materialismo dialéctico” in-conscientemente (es decir, sin saber por qué) terminan considerando (en mi opinión, correctamente) al Cristianismo como el “enemigo principal” en lugar del Capitalismo

            Esto, que a primera vista parece una “des-viación” y un des-acierto, es lo más significativo: Pues, ¿Qué es lo que en realidad está “en juego”? ¿El cambio del Mundo (Real) o el cambio de la Concepción del Mundo (que, ¡también es Real!)?

            ¿Qué es lo que se quiere “transformar” o, habría que decir mejor: sustituír? La furia destructiva, el odio “racional” de muchos creyentes  --llamados ahora: “revolucionarios”-- sólo se explica porque están compitiendo por lo mismo, por el dominio ideológico (aquello que antes se denominaba “espiritual” o, si no se quiere dejar espacio al “espiritualismo”, mental ...)

            ¿Qué es lo que --a fin de cuentas-- se critica?: ¿Por qué la “gente” (el pueblo, las masas, etc.) cree en las mentiras (in-fundadas en mitos) de los cristianos y no en nuestras verdades basadas en la Ciencia?

 

 

 

3.2. El materialismo (científico de Bunge) como in-versión de la Onto-Theo-Lógica de Platón-Aristóteles

 

En primer, lugar, Bunge rompe con la conexión aparentemente indisoluble entre materialismo y dialéctica:

 

“En resumen, el materialismo siempre ha sido dinamicista, aunque sólo ocasionalmente dialéctico. La tesis de la pasividad de la materia es típicamente idealista.”[2]

 

básicamente porque considera a ésta última como un elemento metafísico, esto es, no científico. Bunge no puede menos que observar el carácter “ambiguo” y “confuso”  (esto es, sospechoso de estar “contaminado” con metafísica) del componente “dialéctico”:

 

“(...) Proponemos la tesis de que la ontología dialéctica tiene un núcleo plausible rodeado de una niebla mística. (...)”[3]

 

Esta “ambigüedad” proviene, en última instancia, de su carácter metafísico de origen: el “sistema” idealista de Hegel[4]:

 

“En el caso del materialismo dialéctico, la inexactitud proviene de la componente dialéctica. Pero las obscuridades de la dialéctica merecen capítulo aparte.”[5]

 

Bunge tiene toda la razón cuando interpreta –correctamente, en mi opinión—al materialismo así llamado “dialéctico” como una especie de “dualismo encubierto”:

 

“Los materialistas históricos y los culturales han criticado a los idealistas culturales y han tratado de demostrar que las circunstancias y actividades materiales del hombre –a saber, el medio natural, su transformación por el trabajo y las relaciones sociales que derivan de esta actividad-- determinan todo lo demás. (Véanse Engels 1878, Harris 1979) En particular, la cultura intelectual y artística, así como las ideologías de una sociedad, se consideran como epifenómenos denotados colectivamente como la “superestructura” (ideal) montada sobre la “infraestructura” (material). De modo, pues, que tanto el materialismo histórico como el cultural se reducen esencialmente al determinismo económico. Por cierto que a menudo se afirma que, una vez formada, la superestructura adquiere un impulso propio y puede reaccionar sobre la infraestructura. Con todo, ésta sigue siendo considerada como el primer motor y la superestructura es concebida como inmaterial (ideal), lo que constituye un caso evidente de dualismo psicofísico.

                El materialismo histórico y el materialismo cultural son materialistas a medias porque incluyen la dualidad materia-espíritu. Además, no pueden explicar / las interacciones entre la cultura de una sociedad y los demás subsistemas de la misma. Lo primero es obvio aunque no parece haber sido advertido: para un materialista consecuente no puede existir un ente inmaterial (o ideal) que cabalgue sobre un ente material. Y la tesis de la primacía absoluta de la economía sobre el resto se muestra inadecuada cuando se piensa que un cambio social puede iniciarse sea en la economía, la política o la cultura, y que algunos cambios culturales –tales como la invención del alfabeto, de la aritmética y de la ciencia—tienen efectos económicos y políticos revolucionarios.[6]  

 

Todo eso es porque:

 

“El epifenomenismo, aunque sostenido a menudo por materialistas, es una versión del dualismo psicofísico; al igual que éste último, ubica a la mente más allá de la frontera científica. Sólo nos queda pues el materialismo emergentista. Pero éste ha sido hasta ahora más un programa que una teoría. En este capítulo pondremos en práctica el programa, exponiendo el núcleo de una teoría biológica de la mente, (...)”[7]

 

El climax de esta crítica de Bunge es una afirmación consecuente del monismo de la Onto-Theo-Lógica que está en la base y que es la “matrix” del peculiar modo de pensar occidental; y, en una “solución” que se parece mucho a la expulsión de la dialéctica del ámbito de la ciencia por parte de Kant, propone que un materialismo científico que pretenda ser consecuente y no quiera caer en contradicciones, no puede ser, entonces,  “dialéctico”[8]:

 

“La idea de que para entender el cambio se necesita una lógica peculiar, sea la lógica dialéctica o alguna versión de la lógica temporal, porque la lógica formal es incapaz de comprender el cambio, es una reliquia de la filosofía antigua. Era justificable hace dos milenios, cuando los seres humanos no podían formularse preguntas más precisas que `La flecha ¿se mueve o está en reposo?´, y se empantanaban en el problema de si la flecha en movimiento estaba o no estaba en un lugar dado en un instante dado. Hoy día pensamos en grados antes que en opuestos, preguntando en cambio `¿A qué velocidad se mueve el automóvil respecto del camino?´, y no nos choca la posible respuesta `El automóvil se mueve con velocidad nula´, que Parménides habría considerado acaso como contradictoria. Más aún, no tratamos estos problemas como filosóficos, sino como científicos, y nos hemos acostumbrado a manejar teorías mutua- / mente incompatibles con ayuda de la misma lógica. En una palabra, ya no pensamos dialécticamente, o sea, en términos opuestos y sin distinguir entre la lógica y las disciplinas fácticas. Por consiguiente, cuando no logramos entender algún tipo de cambio echamos la culpa a alguna teoría sustantiva, no a la lógica, que es una de las herramientas empleadas en construir, poner a prueba y criticar las teorías científicas. Dicho más brevemente, la lógica es a priori.”[9]

 

En todo caso, la afirmación de los opuestos no puede ser “real” (sustancial) sino sólo “formal” (aparente) o, como él dice, “metódica”:  

 

“La tesis de la unidad de la lógica y de la ontología es posible, e incluso necesaria, en un sistema idealista, / en el que no puede haber diferencia entre cosas y constructos excepto que los últimos se suponen superiores a los primeros. La confusión de Hegel entre lógica y ontología, tan visible en su Lógica “grande”, era natural en su sistema. También es natural para un materialista vulgar o nominalista, porque no admite conceptos, sino tan sólo sus símbolos materiales, tales como los que se ven en esta hoja de papel. Pero la lógica siempre será diferente de la ontología para quienquiera que no sea un idealista o un materialista vulgar. Esto no implica una ontología dualista mientras a los constructos no se les asigne una existencia autónoma. Pero sí implica un dualismo metodológico según el cual los constructos se tratan como si existieran de por sí. (El ficcionismo vale para las ficciones, no para la realidad.)”[10]

 

***

La lectura del libro de Hiorth no hace más que mostrar, por enésima vez, el peligro de la ideologización del pensamiento, pues, tratar de mantener un dogma formulado al margen de los hechos lleva necesariamente a paradojas in-solubles en las que, más fácil que enfrentar una Realidad que no nos respalda para nada en nuestros propósitos es postular una ficción, una apuesta y un "salto mortal"... Sin embargo, la creencia no me parece algo criticable siempre que tenga conciencia de sí misma y no crea ser otra cosa. 

El propio planteamiento del dilema entre Materialismo e Idealismo presupone ya una decisión previa acerca de cuál opuesto es el determinante,  con lo cual, no sólo se adelanta la opción final a favor de uno u otro sino que esta alternativa se revela --en última instancia-- como sólo aparente, esto es: retórica.

La mayoría de las oposiciones tradicionales: Razón o Fe, Ciencia o Mito, Evolución o creación, Espíritu o Materia, etc... tienen un carácter retórico (esto es, aparente), todas ellas son falsas “elecciones”. En cualquier caso, lo que está en juego en realidad –por debajo—es el pre-dominio de un punto de vista político o religioso para los cuales la Filosofía será siempre un mero instrumento.  Ejemplos históricos de estas “instrumentalizaciones” han sido la Teología por parte del Cristianismo y las ideologías partidarias de algunos de los más notorios “movimientos” totalitarios del siglo XX.

El “democratismo igualitarista” retórico de muchas ideologías contemporáneas –herencia ideológica del Cristianismo concebido como “moral de esclavos”-- suele generalmente encubrir un “elitismo exclusivista” de una “organización” social basada en el conocimiento de la orto-doxia[11] o doctrina correcta[12] y, de acuerdo con ello, la interpretación adecuada de los “principios” para cada situación; lo cual, ya establece una jerarquía entre “conocedores” y practicantes “consecuentes” y “los demás”...

La Realidad es generalmente ignorada o deformada y, en cualquier caso, manipulada para que “cuadre” con las “visiones” a priori que de ella se postulan dentro de los “sistemas” trans-formadores del Mundo (o de la idea del –Mundo, para ser más precisos) y que, siempre de acuerdo con esa “visión” previa, ya han asignado un “lugar” dentro de sí para la Filosofía; para que ésta sea útil también, al igual que todo el resto de lo existente.... De lo que habría que partir más bien es de la in-utilidad radical del pensamiento especulativo y del sin-sentido del Mundo y, desde allí, ver todos esos sentidos prestados por las diversas ideo-logías como mapas que marcan rutas sobre rollos donde no hay nada escrito...

Habrá que salir en algún momento de este círculo vicioso, esforzándose por ejercer la in-dependencia y autonomía del pensamiento especulativo. Es cierto que no es posible separar del todo aquello que en la Realidad está junto... pero, ya que una división en dos campos es tan arbitraria como una en tres, prefiero escoger la “tercera vía”... la del Pensar.

Aquí se está recién empezando con sólo el aspecto negativo de la crítica: tarea pendiente será la de hacer una crítica constructiva que deberá consistir en el desarrollo de teorías fenomenológico-descriptivas --aunque sea a nivel de “modelos” parciales-- que hagan justicia a los hechos; sin ocupar tanto precioso tiempo en “deslindes” partidarios o sectarios.

Una perspectiva fenomenológica tendría que partir de la Realidad fenoménica tal como se presenta a los sentidos lo cual presupone un no desprecio del mundo real y la no “superación” de su diversidad dentro de un esquema monista que, a pesar de postular una supuesta “integración” de los opuestos, a lo más que llega es a una “reducción”, a una simpli-ficación de la complejidad de lo Real a un Esquema, a un Arquetipo: de la materia a la Forma, del fenómeno a la Idea... con lo cual, se termina re-cayendo en el Infierno idealista del cual supuestamente se quiere escapar... 

         Si el punto de partida de este libro y, consecuentemente sus conclusiones, son cuestionadas aquí, entonces, ¿no sirve para nada? Me quedo con su utilidad como “Ejemplo” de aquello que no hay que hacer:

         Los fierros retorcidos de un vehículo en el fondo de un barranco “sirven” a los otros conductores como recordatorio de lo que puede pasar si manejan ebrios (Diónysos) y como advertencia para que tengan a la sobriedad (Apolo) como divisa: La contemplación es “apolínea” y la acción[13] es “dionisíaca”...

         El “compromiso”: implica una definición-decisión entre el Mito y la Realidad (estos polos nunca son fijos y, consecuentemente, se establecen en diferentes “lugares” según los casos). En algún momento de la vida hay que escoger entre ser materialista (o cristiano) y hacer Filosofía...

         Personalmente prefiero que todos aquellos que se consideren “partidarios de la acción” abandonen lo más pronto posible el territorio de la mera contemplación teórica llevándose con ellos sus mitos salvíficos y dejen así el campo más despejado para aquellos que sí consideramos que el pensamiento especulativo tiene un lugar central independientemente y al margen de su “aplicación práctica”[14] y, consecuentemente, estamos en la Resistencia a la instrumentalización del pensamiento, a todos los caritativos o solidarios intentos de reducirlo a ser “ayuda para la predicación” y “justificación racional” de una creencia previamente asumida al margen de los hechos y, frecuentemente,  opuesta a ellos...

 

         Termino recordando la consigna que Husserl legó a todos aquellos que nos consideramos partidarios de la “contemplación”:

 

 

               “Zu den Sachen selbst!”, “¡A las cosas[15] mismas!”

 

 

 

© Copyleft[16]

© Aurelio Miní Sánchez, Bach. en Filosofía por la PUCP

Lima, Martes 19 de Abril de 2005

 

 



[1] En el mejor estilo del Credo, quia absurdum [Creo, porque es absurdo] de Tertuliano

[2] Bunge, Mario. El concepto contemporáneo de materia. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 12

[3] Bunge, Mario. Crítica de la dialéctica. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 57

[4] Ahora bien, esta “super-síntesis” de Onto-Theo-Lógica y Gnosis en el siglo XIX, ¿es un nuevo punto de partida? ¿inaugura y “abre” una nueva “matrix” para la época contemporánea?

[5] Bunge, Mario. El materialismo contemporáneo. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 47

[6] Bunge, Mario. El concepto contemporáneo de materia. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 24-25

[7] Bunge, Mario. Teoría materialista de la mente. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 98

[8] Cf. Bunge, Mario. Concepción materialista de la cultura. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 155-187.

[9] Bunge, Mario. El concepto contemporáneo de materia. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 79-80

[10] Bunge, Mario. El concepto contemporáneo de materia. En: Materialismo y Ciencia. Barcelona: Editorial Ariel, 1981. p. 78-79

[11] todo lo cual, constituye la herencia ideológica de la Onto-Theo-Lógica de marca platónico-aristotélica concebida como “moral aristocrática”

[12] en teoría, pues aun dentro de una meritocracia intelectualista se puede conseguir “ascender” saltándose algunas de las propias reglas

[13] drama...

[14] ¿Habrá que pronunciar aquí también el solemne: “Extra Omnes!”*? - *¡Todos (los que no tienen que ver directamente con el Asunto), Fuera! 

[15] Lo que signifique aquí “cosas”, será central a la “Tarea del Pensar”...

[16] Copyleft: Permitida la reproducción citando al autor e indicando la procedencia.

 


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